Nota
del Autor (OLL).
El 23 de mayo de 2008, un edema cerebral, agravado por otro edema pulmonar, se
llevó la vida de Iñaki en las faldas de la décima altura del planeta, el
Annapurna (8.091 m), en Nepal, también conocida como la Diosa Madre de la Abundancia, o la “montaña asesina” por su alto
índice de mortandad (4 muertes, por cada 10 cumbres alcanzadas). Tras la puesta
en marcha de una épica operación de rescate, no se le pudo salvar y su fallecimiento
se produjo en el Campo IV, a 7.400 metros de altura… El texto que comienza a
continuación tan solo aspira a ser un modesto homenaje a la memoria de un gran
alpinista y una magnífica persona.
Por
Ángel Alonso (OLL)
Ahora mismo podría sonar a tópico decir
que se fue uno de los mejores, pero Iñaki lo era… Excelente persona, buen amigo
y un extraordinario profesional de la montaña, hizo del Himalaya su segunda
casa… ¿O tal vez la primera?... Su otra pasión, correr los toros en San Fermín.
Se inició muy joven en el himalayismo, con
tan sólo 22 años, y pronto destacó por sus excelentes cualidades que le
llevaron, entre otros retos, a subir ocho mil metros en tan sólo veinticuatro
horas, o subir los 6.962 metros del Aconcagua en tan sólo 5 horas y 45 minutos,
récord mundial que mantuvo hasta 2004.
Su pasión por las grandes montañas le hizo
enrolarse, durante un tiempo, en el equipo de Televisión Española, Al Filo de lo Imposible, para más tarde
hacerse guía de alta montaña con un extraordinario prestigio internacional. Sus
clientes le buscaban desde todos los rincones del mundo a golpe de talonario y
fue tan sólo cuatro años antes de su desaparición, cuando Iñaki consiguió el
sueño de hacerse alpinista profesional, al contar con patrocinadores
importantes, y finalmente se pudo dedicar a preparar sus propios proyectos… Alpinista
comprometido, nunca buscó el camino más fácil, ni la ruta más concurrida, sino
todo lo contrario, abrió vías nuevas y dio a las montañas de siempre, otra
perspectiva.
Coincidí con Iñaki en 2002 en Katmandú (Nepal)
y, como se suele decir en esos casos, desde el primer momento hicimos buenas
migas… Descubrí a un tío agradable, sensato, gran conversador y una persona
generosa siempre dispuesta a echar una mano… Durante los días en los que
convivimos pudimos hablar de lo divino y de lo humano… De proyectos y de
sueños… Del presente y del futuro… Por aquel entonces Iñaki se ganaba la vida
como guía profesional y ya me habló de su deseo de convertirse en alpinista
profesional e intentar el proyecto de los catorce ochomiles… En aquel momento
ya tenía cinco: el Cho Oyu, los Gashembrum I y II, el Lhotse y el Everest… En
el 2002 todavía le faltaban nueve… En mayo de 2008, de los catorce, ya tan sólo
le faltaban dos: el Annapurna y el Kanchengjunga… Dos huesos…
Quiso el destino que el Annapurna, la Diosa de la Abundancia, la “montaña
asesina” como otros la conocen, se cobrara una nueva víctima… En esta ocasión
la vida de uno de los más grandes, como grande es su leyenda… Pero no le fue
fácil, Iñaki resistió bravamente durante cinco días, en el campamento IV a
7.400 metros de altura… Dicen que cada uno recoge lo que siembra, y lo que
sembró Iñaki lo recogió de una forma hermosa, generosa, épica… Desde su
compañero de cordada, que permaneció con él, continuando por los primeros montañeros
que, en durísimas condiciones, se arriesgaron para salvar a Iñaki, los equipos
que subieron para reforzar y ayudar a los rescatadores, los helicópteros y
asistencias de todo tipo… La flor y nata del alpinismo internacional presente
en Nepal se lanzó a hacer posible lo que parecía imposible… Rescatar a Iñaki.
Con edema cerebral desde el lunes y
agravado por otro edema pulmonar, el bueno de Iñaki no resistió más y allí
terminó, el viernes 23 de mayo de 2008… Tal vez si hubiera aguantado cuatro
horas más podría haberse salvado, pero eso nunca lo sabremos.
Por expreso deseo de Iñaki y corroborado
por su familia, para no arriesgar más vidas, su cuerpo no fue rescatado y,
desde entonces, permanece allí para siempre… Descansando en paz en el
Annapurna, en su territorio, allá donde finaliza la Tierra y comienza el
Universo…
A la
memoria de Iñaki Ochoa de Olza (Pamplona 29/05/1967 – Nepal 23/05/2008).
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