Una aventura aérea en un Yak 52
Llevábamos mucho tiempo esperando el momento de iniciar el viaje de vuelta a casa y por fin los problemas y papeleos parecían tocar a su fin. Sentados en la cabina del avión, bajo un sol veraniego, esperábamos la confirmación de la autorización para sobrevolar territorio polaco fuera de las rutas establecidas para vuelos visuales, sin la cual no podríamos llegar a nuestro destino por falta de combustible. Tras despegar de Kaunas, en Lituania, debíamos volar directamente a la frontera lituano-polaca y dirigirnos a Gdansk dejando a escasos kilómetros la peligrosa frontera rusa del territorio de Kaliningrado, la única salida al mar Báltico de la Rusia actual.
La situación política en la zona todavía estaba revuelta en aquellos días y algún piloto que se había acercado demasiado a esta frontera ya se había llevado algún susto con los cazas rusos con lo que al recibir la autorización para despegar, nuestras mentes se dispusieron a realizar una navegación lo mas precisa posible para evitar “problemas”. Con dos GPS y una buena carta no debíamos tener ningún problema a la vista del maravilloso día que teníamos, así que rápidamente nos encaminamos a la frontera y tras una breve comunicación con “Varsovia control” pusimos rumbo a nuestro destino por la línea mas corta.