Nota del Autor (OLL). Hace tan solo unos días nuestro amigo Luis Miguel López Soriano, miembro y especialista de filmación de la “Expedición IFEMA – Carlos Soria Dhaulagiri 2018”, acompañó al veterano alpinista en un nuevo intento hacia la cumbre de 8.172 metros, situada en los márgenes del valle del Khali Gandaki, en Nepal. Lamentablemente las informaciones recibidas, alertándoles sobre un notable empeoramiento de las condiciones meteorológicas, les hizo desistir y regresar al Campo Base cuando ya habían alcanzado el Campo III, instalado a 7.250 metros de altura. Renunciar y no hacer cima es duro. Pero lo realmente importante es que todos están bien y se puede felicitar al equipo por su excelente trabajo. La montaña siempre permanecerá ahí a la espera de una nueva oportunidad. Y el tomar la decisión correcta, en el momento adecuado, es la única manera de mantener las expectativas para otro futuro intento. Como homenaje a Luis Miguel López Soriano, a Carlos Soria y al resto de su expedición, incluyo de apertura una de sus fotos y finalizo con su último vídeo enviado desde el Campo Base del Dhaulagiri.
En 2002 organicé y dirigí la primera expedición canaria en conseguir alcanzar una cima de más de ocho mil metros. La montaña elegida fue el Cho Oyu (8.201 m), situada en la frontera entre Nepal y Tíbet (China). El texto corto que viene a continuación fue escrito en algún momento, durante aquella aventura, y en él traté de sintetizar lo que representa y la relación que pudiera existir entre los hombres y la gran cordillera del Himalaya, aquella en la que se ubican las montañas más altas de la Tierra… En cuyas cumbres, dicen las gentes del lugar, habitan los dioses…
Por Ángel Alonso (OLL)
Año tras año miles de personas, llegadas de todos los confines del mundo, se adentran en el reino de las alturas que constituye la cordillera del Himalaya. Pese a la dureza del clima, los efectos de la altitud y el tener que desenvolverse en la más absoluta lejanía, a veces en la más terrible soledad y, en ocasiones, en el ambiente más inmisericorde que pueda encontrar un ser humano, cada vez son más los que se esfuerzan en alcanzar las cimas, allá donde habitan los dioses, por el simple hecho de que están ahí.