jueves, 10 de marzo de 2022

Jane Goodall

 La defensora de los chimpancés

Cuando tenía dos años, su padre le regaló un chimpancé de juguete. Le puso el nombre de “Jubilee” y le cogió tanto cariño que nunca se ha separado de él. Muchas décadas después, todavía sigue sentado en una silla en su casa de Inglaterra.

Por Javier Gregori (OLL)

La zoóloga y antropóloga británica Jane Goodall nació en Londres el 3 de abril de 1934, pero su verdadero hogar lo encontró en Tanzania, en el Parque Nacional de Gombe, uno de los últimos refugios que le quedan al chimpancé, la especie que más se parece a la nuestra y la única que puede donarnos sangre. Pero no adelantemos acontecimientos.

En 1957, con veintitrés años recién cumplidos, Jane ha terminado sus estudios de secretariado y, gracias a la invitación de una amiga para trasladarse a Nairobi, por fin pudo cumplir su sueño: viajar a África. Sin embargo, el camino no fue fácil y antes, para poder pagarse el pasaje, tuvo que trabajar varios meses de camarera.

En Kenia entró en contacto con el famoso antropólogo Louis Leakey y, aunque no contaba con la formación académica adecuada, mostró tanto interés por el estudio de los animales, que fue contratada como su asistente, y viajó con él y su esposa (la arqueóloga Mary Leakey) a la garganta de Olduvai en busca de fósiles de homínidos.

Más tarde, Leakey le ofreció la posibilidad de estudiar los chimpancés en su ambiente natural, en el Parque Nacional de Gombe, en Tanzania. Allí se trasladó en julio de 1960, acompañada durante tres meses por su madre, porque las autoridades británicas no veían con buenos ojos que una mujer joven viviese sola con animales salvajes. Muy pronto sus nuevos amigos, los chimpancés, la aceptaron como una más del grupo y, aún hoy, esta “joven” primatóloga arranca los más encendidos aplausos cuando en sus conferencias, ante el asombro de todos, comienza a hablar su lenguaje.

Iniciaba así sus estudios sobre los chimpancés, que le permitieron realizar un descubrimiento que revolucionó el mundo de la Ciencia (e incluso de ¡¡¡la filosofía!!!). Hasta ese momento, todas las Enciclopedias definían al ser humano como la única especie capaz de fabricar y usar objetos. Pues bien, gracias a su extraordinaria paciencia, capacidad de observación y afán de superación, Jane descubrió en octubre de ese mismo año por vez primera que los chimpancés también construyen y utilizan herramientas para capturar las termitas que forman parte de su dieta.

En 1977 fundó el instituto que lleva su nombre, Jane Goodall Institute for Wildlife Research, Education and Conservation, cuyo objetivo principal es impulsar programas de conservación de la especie y mejora de las condiciones de vida de los chimpancés.

En 1987, esta prestigiosa científica abandonó la realización de trabajos de campo y se instaló en la localidad de Bornemouth, donde pasa los dos meses al año que reside en Gran Bretaña, ya que, a sus setenta años, dedica trescientos días al año a viajar por todo el planeta en defensa de los animales y de su bienestar, dando conferencias sobre la destrucción del medio ambiente y el cambio climático.

Además, lucha por conseguir unas mejores condiciones de vida para los primates en los zoológicos de todo el mundo y contra el comercio ilegal y los experimentos con estos animales. Si todo sigue como hasta ahora, nos advierte Jane Goodall, dentro de cien años los grandes primates ya no existirán, aunque hoy sepamos que el 98 % de nuestro genoma es idéntico al del chimpancé, es decir, que nos diferenciamos de ellos en tan sólo un 2 %.

Pero Jane Goodall no sólo se fija en los chimpancés. En el Parque Nacional de Gombe ha puesto en marcha programas de ayuda a la población del entorno (sobre todo para las mujeres) para involucrarlos en la conservación de este valioso espacio natural. Esta primatóloga ha recibido en España el Premio Príncipe de Asturias de la Ciencia y es embajadora de la paz de Naciones Unidas.


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