Por Ángel Alonso (OLL)
Reconozco que, sobre todo últimamente, no
me estoy prodigando demasiado en el noble oficio de escribir… pero hay una
fecha señalada en el calendario a la que me cuesta resistirme. Con el paso del
tiempo quizás me esté volviendo un poco moñas, pero lo cierto es que
cada 13 de febrero me inundan la nostalgia y los buenos recuerdos.
Entre 1996 y 2008 tuve el privilegio de
vivir intensamente la magia de la radio. Digo bien porque la radio es mágica y,
si se quiere hacer buenos programas y conectar con los oyentes, hay que
vivirla. El valor añadido era estar al frente de mi criatura, Objetivo La
Luna, y aquello me apasionaba. Cada edición era una expedición radiofónica
en la que, a modo de imaginarios argonautas, viajábamos a los lugares más
remotos y vivíamos fascinantes aventuras. Siempre en directo, las conexiones
semanales con cualquier punto del globo elevaban el nivel de la experiencia y
aportaban los aromas de autenticidad y exclusividad que solo la buena radio
puede proporcionar… Fueron tiempos maravillosos.
Años más tarde la bitácora de la vida me
llevó a aplicar mi experiencia y conocimientos, lejos de España, poniendo en
marcha otros dos proyectos radiofónicos cuyos objetivos, podría decirse,
pudieran ir más allá del “informar, entretener y divulgar” y de los que puede
que, algún día, hable de ellos en mis memorias. Tras aquello, varios
intentos de volver con Objetivo La Luna, algún experimento con alguna
otra cosa, y poco más… Lógicamente los tiempos cambian y aunque dicen que los
viejos rockeros nunca mueren, cada vez está más difícil y gana enteros la
posibilidad de que mis días de radio, y utilizando otra famosa cita,
acaben perdiéndose, para siempre, como lágrimas en la lluvia…
Me siento un privilegiado porque, ahora
mismo, mientras escribo estas líneas, son tantos los buenos recuerdos y las
vivencias que se me amontonan en la mente, que tengo la sensación de estar
perdiendo el tiempo, cada día que pasa, sin hacer radio… La echo mucho de
menos, y también añoro a aquellos amigos y compañeros de fatigas con los que
mantengo el contacto, y sobre todo a los que se fueron quedando por el camino y
cuyo recuerdo sigue indeleble en mi corazón… Quizás, también por ellos, algún
día deberíamos de volver…
Gracias y… ¡Feliz Día Mundial de la Radio!
Dedicado a los intrépidos
argonautas que una vez se embarcaron en Objetivo La Luna y, aunque ya nos
dejaron, su espíritu aún continúa remando con nosotros…
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